El fracaso escolar
En esta época académica muchos niños y adolescentes empiezan a recibir notas de las diferentes evaluaciones que se han ido sucediendo a lo largo del curso escolar. Estamos cerca de terminar el segundo trimestre y por lo tanto el final del curso académico se acerca; en consecuencia se suceden las recuperaciones y en última instancia la posibilidad de repetir curso. Es en este momento cuando saltan las alarmas en muchos hogares,
¿Qué hacemos ahora?
En la mayoría de los domicilios se quiere lo mejor para los más pequeños; que adquieran los mejores resultados, que vayan a los mejores colegios, a la mejor universidad, que consigan los mejores puestos de trabajo y un largo etcétera. Toda esta sobre-exigencia puede acarrear importantes consecuencias, tanto para los padres como para los propios niños y adolescentes.
Es cierto que las competencias académicas son importantes y el continuar formándonos a nivel curricular, pero no hay un camino fijo ni impuesto para ello. Son muchas las vías para alcanzar el éxito tanto profesional como personal. De esta manera, si estamos detectando un problema inminente es importante identificar qué hábitos de estudio tenemos, qué rutinas diarias y qué comportamientos relacionados con el
estudio tienen nuestros hijos.
Es natural que los padres hayan intentado todo tipo de estrategias con sus hijos y que algunas de ellas no hayan dado resultado. Se trabaja directamente con los niños, adolescentes y las familias para mejorar el rendimiento académico, la convivencia familiar y establecer hábitos sanos, tanto en el área académica como a nivel personal.
Debemos tener en cuenta que vivimos en una sociedad cada vez más demandante, y que en muchas ocasiones premiamos única y exclusivamente el resultado, sin tener en cuenta el proceso y el esfuerzo que hacen muchos de los menores para poder alcanzar sus metas. Es precisamente en este punto cuando muchos de nuestros niños y adolescentes empiezan a compararse con sus iguales, así pues disminuye su motivación y su autoestima, al igual que la competencia percibida, aumentando la procrastinación e incluso pueden comenzar a aparecer
diferentes dificultades, ya no solo académicas, si no, comportamientos que antes no se producían, problemas de conductas, dificultades en el sueño, la alimentación, somatizaciones, dificultades sociales, negación para ir al colegio, etc.
En el informe PISA de 2015, se indica que existe un alto número de estudiantes españoles repetidores. Esto puede deberse a muchos motivos, pero sin duda el objetivo último que perseguimos tanto las familias como los profesionales es el bienestar emocional y personal de los menores.
De esta manera nos puede ayudar en esta etapa:
- Contemplar otras rutas académicas.
- Atender al proceso y no al resultado.
- Felicitarles por cada logro que consigan, para con ello mantener su motivación.
- Negociar si entramos en la etapa adolescente.
Sin olvidar con todo ello, la importancia de la constancia, la responsabilidad y unos hábitos y rutinas de estudio adecuados.
Como indican García y Fernández (2019) “se puede y debe prever desde la propia escuela la vulnerabilidad escolar y social de los estudiantes repetidores y combatirla con prácticas innovadoras, exigentes e inclusivas, que sustituyan o minimicen la repetición de curso”.
Añadimos que no solamente hacia aquellos estudiantes que ya se encuentran repitiendo el curso escolar, si no, también hacia aquellos menores que están terminado el segundo trimestre y se encuentran que la carga y el volumen de trabajo en este momento es muy complicado de gestionar por su cuenta. El apoyo en estos momentos de la familia es fundamental, pero también es muy importante la colaboración de un profesional experto en este área.
Por lo tanto, si te sientes identificado con lo que acabas de leer y crees que podría ayudarte, no dudes en ponerte en contacto conmigo. Te asesoraré para encontrar la mejor manera de gestionarlo.
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